lunes, 21 de octubre de 2019

RELATO BASADO EN UNA IMAGEN (I)


LA AMARGURA DE UN CAFÉ

Aquel lunes, Amelia decidió entrar en su cafetería favorita. Era la primera vez que iba desde la ruptura, y reflexionando, cayó en la cuenta de que nunca lo había hecho sola. Se sentó en el cómodo sillón que había libre, dispuesta a disfrutar de una humeante taza de aquel delicioso chocolate. Fuera llovía de una manera violenta. Siempre le había gustado ver la lluvia desde la calidez de un interior, y aquella cristalera era perfecta. Aquello la hizo sentir a salvo... Hasta que escuchó su voz. Sam estaba allí, en el mismo local. Se giró con disimulo. Tan solo unas mesas por detrás, y había ido con otra persona. Parecían felices... Amelia no podía creerse que hubieran coincidido en el mismo sitio. Era cierto que Sam fue quien se lo enseñó por primera vez, y ahí fue donde se habían enamorado. Amelia comprendió dolorosamente que su momento había pasado y que ahora no había nada que pudiera hacer. Había sido un año duro, intentado evitar los dolorosos recuerdos relacionados con Sam: Los largos paseos en el parque, su particular manera de hacer papiroflexia con las servilletas, los cálidos besos bajo la lluvia... Amelia tuvo que enjugarse una lágrima y comprendió que debía salir de allí. Tras pagar la cuenta, se aproximó a la puerta. Antes de entregarse a la incesante lluvia, que disimularía sus lágrimas, se giró y la miró por última vez, deseando que aquel chico sonriente supiera darle lo que ella no había sabido. Cerró los ojos y, antes de perderse en la oscuridad de aquella noche de febrero, musitó: "Te querré siempre, Samantha".

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